“Los controladores y otros textos” es la nueva obra publicada por Azogue Libros que contiene el texto de Guillermo Meresman, que resultó ganador del Premio Literario Anual Fray Mocho Teatro de 1996. MIRADOR ENTRE RÍOS dialogó con el dramaturgo a más de 25 años de escrita la obra y cómo aún hoy tiene cosas para decir sobre el poder y la dinámica social.
Guillermo Meresman es autor, director, docente e investigador teatral. Con “Los Controladores” obtuvo el Premio Literario Anual Fray Mocho de 1996. Como investigador, también publicó los capítulos dedicados a “Entre Ríos en la Historia del teatro argentino en las provincias” (Pelleteri dir.), “Entre Ríos y teatros” (Azogue Libros) y “Escritos sobre teatro entrerriano” (Editorial de Entre Ríos). Dirigió “Dados al azar”, “Los políticos”, “Animales abismales” y “Los Controladores”, entre otras. Además, fue becario de la Fundación Antorchas, del Instituto Nacional del Teatro y del Ministerio de Cultura de la Nación. Es desde hace once años director de la revista de artes escénicas “La Otra Butaca”.
En 1996 ganó el premio Literario Anual Fray Mocho por su texto “Los controladores”, que luego fue publicado en agosto de 1998 y la obra fue estrenada en 2003 en Rosario del Tala, en el marco del Festival Provincial de Teatro. El jurado que le otorgó el premio estuvo compuesto por grandes figuras como Griselda Gambaro, Bernardo Carey y Manuel “Manolo” Ledvabni. La obra fue llevada a la escena por Luciana Zapata y Juan Kohner, con la voz de Raúl Dayub junto a un amplio equipo. Hoy, a más de 20 años, Azogue Libros decidió lanzar una nueva edición del texto dramático acompañado por otros textos. “Esta edición recibió el apoyo del Instituto Nacional del Teatro que garantiza la venta de los ejemplares a un precio muy bajo en comparación con los montos que actualmente maneja la producción industrial de libros”, comentó Meresman a MIRADOR ENTRE RÍOS.
“Los controladores y otros textos” puede conseguirse en diversas librerías de la ciudad de Paraná o a través del contacto con Azogue Libros.
Vigencia
–¿Cómo y cuándo surgió la idea de realizar esta publicación?
–Con la editorial Azogue veníamos con la experiencia de mi anterior libro publicado “Entre Ríos y Teatros” y fue así que a fines de 2020 empezó a cobrar viabilidad la idea de reeditar “Los Controladores” junto a otros textos dramáticos. Uno de las principales razones es que pasaron más de 25 años de la primera edición de la Editorial de Entre Ríos que ya está agotada, y así se fueron sumando varios motivos para volver a publicar el texto y pensar en una edición posterior a su puesta en escena. La intención fue integrar este texto, que tiene valor por muchos motivos, con la otra producción a la que había arribado en estas dos décadas. Fue así que pensamos en una edición que pudiera también sumar la crítica de Horacio Lapunzina, el análisis de Martín Rodríguez, que fue publicado fragmentariamente en Paraná. E integrar también la monografía sobre Grombrowicz, de Alejandro Rússovich, en una misma atmósfera de lecturas e inquietudes. Es decir, por varios motivos el texto de los controladores a muchos nos conecta con esas experiencias de principios de los ‘90, que tiene un broche de oro cuando a fines de esa década recibe un premio de un jurado tan notable.
–¿Qué particularidades tiene esta nueva edición de Azogue libros?
–El texto de “Los controladores” está conservado para esta publicación y es prácticamente el mismo texto de hace 20 años atrás. Tiene muy pocos agregados o ajustes, pero ahora está reunido con unas palabras introductorias en donde traté de explicar los orígenes de las distintas piezas y de estos otros textos. Además, quedé muy conforme con el trabajo de la Editorial Azogue Libros, así como también con la imagen que lleva la tapa del libro a cargo de Alejandro Pihué.
–¿Por qué crees que esta obra sigue vigente hoy, a más de 20 años de su publicación?
–Creo que sigue vigente el texto en muchos sentidos, en principio porque plantea un universo que Fernando Kosiak – actual director de la Editorial de Entre Ríos– lo definió muy acertadamente como “distópico”. La pura raíz de la obra se conecta con otro grupo de compañeros de Paraná con los que ensayamos y pensamos algunas ideas que tenían que ver con el fin del siglo XX y es así que se nos empezaron a presentar soluciones literarias o espaciales de toda la historia que estábamos imaginando. Por supuesto que en estas dos décadas cambió mucho el mundo, particularmente la comunicación, pero lamentablemente no cambió tanto el mundo en cuanto a la matriz de poder y a los aspectos políticos que nos tocan y que afectan distintas problemáticas sociales como el calentamiento global, las problemáticas relacionadas con el agua, y muchas situaciones que todavía estamos transitando en este comienzo del siglo XXI.
Buenas devoluciones
–¿Qué aspectos actualizarías?
–Creo que, si algún director o grupo quisiera llevarlo hoy a la escena, debería pensar si conservar esta ingenuidad de esta síntesis en un teléfono fijo, por la que los personajes van recibiendo las órdenes de ese jefe, o si probablemente, ganara en la puesta en escena la telefonía celular que es una novedad de los últimos años.
–¿Qué repercusiones tuvo aquella primera puesta en escena?
–La obra se estrena cinco años después de publicado el libro que ganó el premio Fray Mocho Teatro. En cuanto a las repercusiones, en los medios locales hubo buenas devoluciones y a eso se agrega que los jurados que me otorgaron el premio Fray Mocho pudieron ver la puesta en escena de la obra en Rosario del Tala, en el marco del Encuentro Provincial de Teatro. Cabe destacar que los dos actores, Luciana Zapata y Juan Kohner, estaban iniciando su carrera en la cultura local y entre todo el equipo que se formó, había muy buena energía y mucha felicidad y satisfacción.
–¿Vas a realizar otra puesta en escena de esta obra?
–No estoy pensando en realizar una nueva puesta en escena de “Los controladores” ni llevar a escena ninguno de estos textos. Actualmente estoy en una transición en la que me encuentro cerrando varios trabajos e intentando avanzar en torno a la investigación teatral y la edición, especialmente las obras dramáticas de Isidoro Rossi y el nogoyaense Juan Carlos Piano. Como aún quedan pendiente la publicación de varios textos, quisiera abocarme a eso ya que la dirección teatral es muy compleja porque es necesariamente una actividad colectiva.
Ciclo
–¿Cómo marcó este premio Fray Mocho tu carrera?
–El Fray Mocho marcó de un modo definitivo mi vida. Fue un premio muy deseado por muchos años, pese a que nunca había logrado presentarme a ninguna de las convocatorias. Es por eso que tiene todo un recorrido, yo acababa de cumplir los 30 años y me generó una enorme satisfacción que una de mis escritoras más queridas y leídas, como Griselda Gambaro, integrara ese jurado que me otorgó el premio.
A los poquitos meses de ganar el premio, me presenté en una beca para perfeccionarme en dramaturgia, dirección e investigación teatral. Resulté seleccionado en esas importantes becas, que me permitieron mantener un contacto con Buenos Aires, más allá de lo estrictamente pedagógico, posibilitándome conocer dramaturgos, actores y teatros de la gran ciudad.
–¿Tenés pensado volver a presentarte a un concurso similar?
–No le esquivo a los concursos, en todo caso creo que ya la mera convocatoria es un aliciente para escribir y concentrarse en torno a alguna historia o texto literario. Pero actualmente estoy escribiendo con otras necesidades y compromisos como los que tengo con las obras.
–¿Habrá alguna actividad en torno a la difusión de la historia teatral entrerriana?
–El sábado 11 de junio, a las 9.30, en el Museo Histórico “Martiniano Leguizamón”, la Secretaría de Cultura de la provincia está convocando a un ciclo de encuentros en torno a Isidoro Rossi y la historia del teatro entrerriano. Son propuestas libres y gratuitas que se desarrollarán durante tres sábados consecutivos. Luego del receso de julio, continuaremos con la propuesta durante agosto. El encuentro final será el primer sábado de septiembre en donde vamos a llevar las nuevas publicaciones de Azogue Libros.
Además, hace algunos meses me informaron que obtuve una beca anual del Instituto Nacional del Teatro para avanzar y profundizar lo que se conoce del Teatro de Entre Ríos durante el período del terrorismo de Estado y es por eso que estoy trabajando en ese proyecto, junto a Carla Bernhardt, una colega con la que estamos haciendo un relevamiento intenso de todo lo escrito en el período y tratando de llegar a nuevas conclusiones en los próximos meses. Además, estoy terminando mis últimas clases en las cátedras de Historias de las Estructuras Teatrales I y II, que son cátedras que dicto hace casi 30 años en la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos. Es un momento de la vida de cierta transición o de iniciación de nuevas etapas que las estoy viviendo con mucha alegría.