Con la reedición por parte la Editorial Municipal de Paraná y Azogue Libros de `La huerta azul´, de Reynaldo Ros, se concreta un acto de justicia. La publicación del libro recupera el legado de uno de los poetas destacados de la ciudad cuyo trabajo permanece velado tras un inmerecido cono de sombra.
◊Carlos Marin
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`La huerta azul´, único libro que dio a conocer durante su vida, basta para situar a Reynaldo Ros en lo más alto de la producción literaria entrerriana de la primera mitad del siglo XX. El volumen, que publicó en Paraná, en edición de autor en 1949, queda como testimonio y registro de una de las voces poéticas más potentes y a la vez menos conocidas de un grupo de talentos que brilló en la década del ´40.
Reynaldo Dardo Rosillo, tal su nombre, nació en 1907 y falleció en 1954. Durante su vida sólo publicó ese trabajo que fue elogiado por Juan L. Ortiz, quien calificó al autor como “el poeta de los niños y el delta”. Poemas que escribió recibieron el reconocimiento de personalidades del calibre de Gabriela Mistral.
Comprometido plenamente con la tarea de escribir, Ros –que no culminó sus estudios primarios y se formó de modo autodidacta- fue asimismo interlocutor de Juan Sebastián Tallón, quien reconoció la jerarquía literaria del entrerriano.
En la última línea de su novela “El nombre de la rosa”, el semiólogo italiano Umberto Eco pone, en boca de uno de los personajes, la sentencia: “, «De la rosa nos queda únicamente el nombre». Algo similar puede decirse de la obra de Ros, celebrada –además de Ortíz- por Guillermo Saraví, Alfredo Martínez Howard y Carlos Alberto Alvarez.
Como tantos otros autores de la provincia, su trabajo ha sido relegada a un inmerecido destino debido a circunstancias poco claras.
Destinada a ser publicada por la UNER en un trabajo definitivo, la totalidad de la obra poética de Ros -que al fallecer el poeta quedó al cuidado de su amigo Luis Sadí Grosso- incluía sus trabajos inéditos. Finalmente sólo se conocieron fragmentos en una antología titulada “Islas en la lluvia”. que incluía la edición de un poemario con ese mismo título. El corpus integral de la obra permanece extraviado aún, luego de aquel intento fallido que se propuso darla a conocer a comienzos de la década del 90. La publicación realizada por la Universidad 36 años después de su muerte fue el segundo título que dio a conocer públicamente sus textos. Y así permaneció hasta ahora.
CONFIGURACIONES
En mayo, una encomiable iniciativa conjunta de la Editorial Municipal de Paraná y el sello Azogue Libros, ha logrado la reedición de La huerta azul. La propuesta, sin duda alguna, merece el elogio y el reconocimiento, no sólo por colocar nuevamente a disposición del público lector el primer trabajo del poeta paranense. También por el material que aporta acerca del autor, de su vida y del contexto en que llevó adelante su trabajo.
“La huerta azul” se vincula a una corriente que tiene –entre tantos aportes a nivel nacional- un eco en “Niñez en Catamarca”, del historiador Gustavo Gabriel Levene. En ambos casos se recupera el universo infantil en relatos de breve extensión. Aunque en el caso del entrerriano, el enfoque esté recostado hacia un sesgo más ligado a la prosa poética que el del porteño.
Aparecen en las páginas del volumen recientemente reeditado los recuerdos de la niñez en Paraná de comienzos del siglo XX. Ros los presenta en piezas literarias que son agrupadas temáticamente en cinco secciones: Estampas familiares; La Huerta Azul; Mar y Cielo; Juegos; y Leyendas. A través de ellas la niñez es convocada como aquel territorio primordial al que se regresa como evocación de una etapa de aprendizajes, forjados al calor de los afectos familiares, de amigos, de la apropiación de la cultura y las tradiciones a través de experiencias. Pero sobre todo de presencias inefables como las de sus abuelos, especialmente de Balbina y Domingo, ligados a `La huerta azul´ que da título al libro, y que el poeta recupera como ámbito privilegiado al que regresa para revivir momentos inolvidables que toma como materia prima para sus relatos.
Entre los nombres, su abuelo Domingo y el ingeniero Williams, “dos presencias tutelares”, le señalaron el camino que elegiría transitar durante su existencia: su afecto por los árboles y su vinculación con la naturaleza. Al punto que ya adulto se desempeñó como trabajador forestal del vivero experimental de la provincia en el Delta, en Villa Paranacito. “Ellos, con su estímulo y su consejo, supieron inculcarme cuando niño, el amor a los árboles y la constancia y el esmero en el trabajo de producirlos para mi patria”, confiesa el poeta.
De esa etapa de su vida en el sur de la provincia se nutriría Ros para escribir y tratar de dar forma a un desafío de peso: escribir un nuevo “Tempe argentino”, celebrado trabajo de Marcos Sastre en el cual el uruguayo describió el delta a fines del siglo XIX. En el caso de Ros la intención, acaso, haya sido construir el relato que configurase y diese forma a ese territorio.
MUNDO MARAVILLOSO
Cabe destacar –como señala en el prólogo Lautaro Maidana- que La huerta azul fue publicada sobre el final de una década en la cual un grupo de poetas que convergieron en Paraná “se pensaron a sí mismos como parte de una comarca imaginada de lazos y afinidades, tanto en sus relaciones personales como textuales”. Entre los integrantes de esa cofradía ligada a la bohemia de las tertulias de entonces estaban Alfonso Sola González, Alfredo Martínez Howard, Carlos Alberto Alvarez, Carlos María Onetti –docente uruguayo que abrió con sus aportes de teoría literaria, y lectura de autores nuevas perspectivas al grupo- y Juan L. Ortiz.
“En este libro todo parecería estar relacionado al aprendizaje del don de la palabra, que sirve tanto para hacer contacto con el mundo como para imaginar otros posibles”, señala en su análisis el prologuista. Y sobre el contenido, añade: “Los relatos de infancia de este libro contienen una suerte de mundo maravilloso donde todo lo que ahí existe puede cambiar de forma: los personajes familiares, las plantas, los animales y una buena cantidad de palabras (coplas, canciones, versos recitados, juegos de palabras, saberes populares provenientes de los oficios, la ciencia, la religión, las leyendas y los cuentos de hadas).
POESÍA LUMINOSA
Ros integró aquel grupo luminoso de poetas que –en la década del 40- dio a Paraná una dinámica intelectual y literaria de relieve, tal como lo señaló Claudia Rosa en su trabajo –rescatado en el estudio preliminar de Maidana que abre el volumen editado por la Editorial Municipal-
En su estudio Rosa propone que ese grupo que tuvo como referente al uruguayo Onetti, tuvo una dinámica que llevó a la capital de la provincia de pueblo grande a una dinámica de ciudad, con autores que decidieron dedicar su vida a la escritura.
Luego, a partir de los 50, sostiene Rosa, llegarían los escritores de ocasión y los docentes. Pero aquel momento de tanta intensidad no volvió a reiterarse en lo sucesivo. “Después de éste período ya no habrá ni grandes escritores ni intelectuales, sólo escritores de fin de semana y profesores”, asevera la recordada docente en el ensayo que tituló “Cuando Paraná fue ciudad. Escenas del campo cultural e intelectual”, que publicó en 2008, que Maidana recupera en la introducción de esta edición de `La huerta azul´.
Siguiendo un camino que abrió en los ´90 la Editorial de Entre Ríos Marta Zamarripa, con la colección Homenajes, ahora la Editorial Municipal de Paraná se compromete en una línea similar y a la vez en una tarea necesaria y urgente: rescatar del olvido y poner en valor las voces de quienes han acompañado y a la vez moldeado la identidad de la capital provincial desde la literatura.
En este sentido, esta reedición es parte integral de la colección `La música en que flotamos´ que incluye la publicación de títulos de María Ruth Fischer, Carmen Segovia García y Gloria Montoya. Como detalle significativo, cabe destacar el cuidado trabajo de edición, que incluye la consulta a orginales, como también un anexo con imágenes, documentación holográfica que reproduce textos manuscritos del poeta, entrevistas y juicios sobre su obra. Enhorabuena, Reynaldo Ros lo merece.
Fuente: El diario de Paraná